Mendocinos en la Feria del Libro

Todavía no empezó y ya es un fracaso. Desde que recuerdo, la mayor parte de las veces, los mendocinos hemos quedado como lo que son nuestros funcionarios a cargo de la "cultura": unos pueblerinos incompetentes. Y los escritores mendocinos, salvo excepciones, permanecemos en silencio, como si no tuviéramos palabras. La programación es patética desde cualquier ángulo que se la aborde. El Día de Mendoza es, oh casualidad, no sólo el último día de la Feria, sino el último acto de la Feria. En dos horas, de 20 a 22, quieren hacer: 1) un homenaje a Abelardo Vázquez, 2) un homenaje a Hilario Cuadros, 3) un homenaje a Antonio Di Benedetto, 4) presentar el promolibro La Vendimia para ver (que todavía no tiene el ISBN), 6) presentar un libro sobre Vairoletto, 7) hacer hablar y/o cantar a León Gieco, 8) idem con la murga La buena moza, 9) mostrar a las reinas de la vendimia, 10) idem con la ministra de turismo y nada más. Se supone que antes de la hora fatal, el 8 de mayo a las 20, habrán pasado por el stand de Mendoza un puñado de ignotos "escritores", en su mayoría requeteignotos, presentando sus libros sobre abogacía, arquitectura, patrimonio, con alguna que otra triste intervención de un par de narradores y otro par de poetas. Si alguno de ustedes ha ido alguna vez a la fagocitante Feria del Libro sabe que en el kiosco de Mendoza no pasa nada. Sólo pasan ríos de gente interesada en acudir a los actos y/o conferencias importantes, en conseguir autógrafos o en encontrar ofertas en los mesones de las librerías pequeñas. Las grandes están en el sector vip, igual que las editoriales. A todo esto ya habrán hecho algo, vaya a saber qué, los "afortunados escritores" que hayan salido sorteados en el bingo de la Municipalidad de la Capital. Es obscenamente obvio que la cultura, de literatura ni hablemos, es un concepto que los funcionarios no tienen incorporado. Y que no se les cae una buena idea ni de casualidad. Ustedes están allí leyendo este texto. ¿Para cuándo el grito, la puteada, la exigencia? ¿Para cuándo la palabra? ¿Qué pasa con sus bellas y malditas malas lenguas?